lunes, 26 de septiembre de 2011

Apuesta Pasca VS. Apuesta de Smith.

la teología y pensamiento religioso en general ha tratado de valerse, a lo largo de la historia, de los más pintorescos argumentos para defender la idea de dios, así como de la moral que de su estudio podría derivarse. Uno de ellos es la Apuesta formulada por Blaise Pascal, el célebre matemático, físico y filósofo francés, allá por el siglo XVII. Si bien la importancia del trabajo de Pascal en pro del conocimiento no queda ni por un momento en duda, veremos en su apuesta la perfecta manifestación de lo que para la psique significa la religión: una apuesta por la seguridad, la estabilidad, la garantía. Como muchos otros argumentos, éste se erige como bastión de la debilidad intelectual, del apuntalamiento imaginario de flaquezas morales, del miedo terrible a enfrentar la realidad. Si bien Pascal no defiende en éste juego mental la existencia indiscutible de dios, sí aboga por el adopte de la moral cristiana que, para efectos prácticos, es lo mismo.

Sin más preámbulos, el tema:
Posibilidad No.1: Dios existe y crees en el: entonces, tu alma se salvará.
Posibilidad No.2: Dios no existe y crees en el: en cuyo caso, no pasa nada.
Posibilidad No.3: Dios no existe y no crees en el: una vez más, no pasa nada.
pero…
Posibilidad No.4: Dios existe y no crees en el: prepárate para arder en el infierno.
Por lo tanto, creer en dios, con un 75% de posibilidad a favor, es la apuesta más segura.
Ejém….sí.
Ahora bien, ¿porqué la apuesta de Pascal está mal? analizémosla:
1.- La posibilidad No.2 no considera lo que una vida de dogma supone. Renunciar a una vida de crecimiento intelectual a favor de la fe ciega, de la negación de la verdad, de desprecio por la razón no es, al menos para mí, una apuesta segura. Es sencillamente aberrante.
2.- ¿Recuerdan en un episodio de los Simpsons cuando Homero se niega a ir a misa y le dice a Marge: “¿pero qué tal si estamos alabando al dios equivocado? ¡solo lo haríamos enojar más y más cada vez que vamos a la iglesia!”? En la posibilidad No.4, vemos en Pascal el error posiblemente más frecuente de la grey cristiana, es decir, ¿qué le hace suponer a Pascal que el dios en cuestión es el dios judeocristiano, terrible y arrogante, y no algún otro de las demás 3,678 religiones que no tiene necesariamente la premisa de la condena eterna?
Ahora bien, vamos a analizar otra “Apuesta”, formulada por G. Smith en los años 70′s. En ésta apuesta, mucho más razonable y lógica, encontraremos englobadas todas las características que pudieran, en un momento dado, atribuírsele a una deidad y cómo éstas serían enfocadas respecto a la realidad de la moral humana. Veamos:
  • Posibilidad No.1: Dios no existe; caso tal en el que los beneficiados serán los ateos y perderán los creyentes, pues habrán desperdiciado su vida alabando a una quimera y renegando de la realidad humana.
  • Posibilidad No. 2: Dios es impersonal (deísmo); un dios creó el universo pero lo dejó a la deriva, su creación le es indiferente. Una vez más ganan los ateos, pues lo creyentes habrán desperdiciado su vida alabando a una deidad que ni premia ni castiga, a la que simplemente no le interesamos.
  • Posibilidad No. 3: Dios existe y es un ser moralmente superior; en éste caso, los ateos no serían castigados pues habrían cometido un honesto error de conciencia. Si dios nos dotó de razón e inteligencia, sabrá entonces que la lógica lleva invariablemente al ateismo, mientras que la fe ciega y deshonesta (una apuesta segura) sería vista por el como un pecado de lo peor.
  • Posibiliad No.4: Existe el Dios judeocristiano; en cuyo caso dejémonos de creyentes y ateos, pongámonos a llorar todos… Un dios ética y moralmente reprobable como éste, que castiga a todo aquel que se atreva a dudar de el en base a la lógica y razón de las que él mismo nos dotó, es víctima de una insufrible e infantil vanidad. A el únicamente le importaría la fe ciega e irracional, además de que, siendo evidentemente poco confiable (y disfrutando como lo hace del dolor humano) seguramente sería capaz de traicionar y decepcionar a su grey sin mayores miramientos. Nadie, pero nadie, estaría a salvo ante el juicio caprichoso de semejante monstruosidad.
Hélo aquí: El triunfo de la razón sobre la fe. No es de extrañar, entonces, que las convicciones sean peores enemigas de la verdad que cualquier mentira.

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