El envejecimiento de la hembra humana era, a fin de cuentas, la degradación de tan alto número de características, tanto estéticas como funcionales, que resulta muy dificil determinar cuál era más dolorosa, y en la mayoría de los casos es casi imposible atribuir una causa unívoca a la elección terminal. Parece que la situación es muy diferente en lo concerniente al macho humano. Sometido a degradaciones estéticas y funcionales incluso más numerosas que las que afectaban a la hembra, conseguía no obstante superarlas mientras se mantenía la capacidad eréctil de la verga. Por lo general, cuando ésta desaparecía de forma irre-mediable, el suicidio se presentaba a las dos semanas. No hay duda de que esta diferencia explica una curiosa observación estadística que ya consignó Daniel3: mientras que en las últimas generaciones de la especie humana la edad media de salida era de 54,1 años en las mujeres, en los hombres se elevaba a 63,2 años.
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