lunes, 15 de febrero de 2010


Existe.
El infierno es este cielo
blanco, este ruido blanco, este duelo blanco.
El infierno es aquí, es mi cabeza.
Es una habitación de paredes blancas, las manos amarradas a la cama, una mujer demente, una enfermera.
El infierno es merecerlo.
Es estar aquí hoy, de nuevo, allá.
La tristeza es el infierno, saber que merecemos estar en el infierno.
Tengo el corazón roto.
Quiero acostarme y morir, dos veces.
Ninguna canción sabe mi nombre.
No hay música en donde me encuentro.
El lugar en donde crees que está dios es la casa de David Bowie, pero no te engañes: el infierno es esta habitación y no hay salida.
Existe.
Es cuando todo lo que amas se convierte en polvo en tus manos.
Es saberte el virus, ser la infección.
Vale la pena sentir como el pecho se quema como el papel de una lámpara, de un farol... es triste prenderse fuego, pero así están las cosas.
Me miro arder desde la ventana y es casi una expiación: el rojo corazón arde en esta habitación tan blanca, tan vacía, tan llena de que no estás.
El infierno es este duelo blanco, este aullido blanco, este vacío.
Existe.

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