jueves, 12 de noviembre de 2009

Uno de mis textos preferidos de Schopenhauer

“El susodicho dogma [...] provoca indignación. Pues no sólo pretende que incluso personas de apenas veinte años tengan que expiar sus faltas o su mero escepticismo a través de castigos eternos; esta condena casi universal es en el fondo el resultado del pecado original, y por lo tanto una consecuencia necesaria de la primera caída del hombre; la cual debió haber sido prevista por Aquel que omitió crear hombres que fueran mejores de lo que son, y que además les tendió una trampa en la que sabía que habrían de caer, teniendo en cuenta que todo es obra suya y que nada se le oculta. Eso significa que habría creado de la nada a una estirpe débil y sometida al pecado para entregarla después a interminables tormentos. Finalmente, hay que añadir que el mismo Dios que prescribe la indulgencia y el perdón de cualquier culpa – hasta el extremo de exigir que se ame a los enemigos- no sólo no los practica, sino que incurre en lo contrario; pues un castigo impuesto al final del mundo, cuando ya todo ha pasado y se ha consumado para siempre, no puede perseguir la enmienda o la disuasión; y, por lo tanto, es una mera venganaza. Pero entonces, de hecho, el conjunto del género humano pareciera estar predestinado y creado expresamente para el tormento eterno y la perdición, si se prescinde de algunas excepciones que, por haber recibido -no se sabe a cuento de qué- la gracia divina, obtienen la salvación. Apartando a estas últimas, sin embargo, el resultado pareciera ser que el buen Dios ha creado el mundo para que el diablo se lo lleve, lo cual implica que le hubiera valido más dejar las cosas como estaban.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario