martes, 22 de diciembre de 2009

Aquí dejo la reseña de una excelente película de vampiros, casi diría un poema de amor contemporáneo, es sueca y esta basada en la novela de John Ajvide Linqsvit


Los vampiros y el cine, amigos y enemigos desde aquel espeluznante Nosferatu que nos dejó Murnau para la memoria cinematográfica. Después de tantos años hemos tenido mil versiones de Drácula, rebeldes chupasangres ochenteros y hasta sofisticados vampiros góticos. En un subgénero donde reina más la mediocridad y la prostitución del mito que otros factores el desconocido Tomas Alfredson firma una de los films más bellos, terroríficos y redondos que el fantástico nos ha podido dar en los últimos años.

Su principal apoyo reside en la gran sinceridad del punto de vista, el de un niño maltratado en la escuela y familia desestructurada que ve el mundo con unos ojos inocentes, pero no estúpidos. La relación que entabla con su vecina, una vampiresa con más alma que ninguno de los adultos que los rodean, es de una sinceridad, ternura y romanticismo tan potente que por momentos nos olvidamos de que hace 2 minutos un hombre ha sido degollado colgado de los pies. Esa capacidad de sintetizar el drama, el amor y el terror sin que prácticamente se note deja en pañales a otros títulos que, supuestamente, mezclan géneros en cócteles de manera “inteligente”(y no, que a alguien le corten el brazo y suene una canción divertida, no es inteligente). Carlos Marín
premio a la Mejor Película Europea en Sitges 2008, Premio del Público en las Semanas de Cine Fantástico de Málaga y San Sebastián. Además, el Festival de Tribeca la convirtió en la Mejor Película del pasado año.

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